Me llegó por correo y me pareció bastante bueno.

Quiero que hagamos juntos un ejercicio mental, vamos a ubicarnos en aquellos años cuando obtuviste tu primer empleo formal y ganabas dinero de forma constante y sonante, al teléfono fijo de tu casa llamaron dos personas y dejaron mensajes a tu mamá, uno de ellos era de un banco para ofrecerte una tarjeta de crédito y el otro era un Agente de Seguros que mencionó algo acerca de un plan de ahorro y quería una cita contigo.

¿Te imaginas tener una tarjeta de crédito a tan pronta edad? Andarías a la moda y presumirías con tus amigos que ya cuentas con una (con poco crédito, pero al menos ya la tienes y otros no).

Al Agente de Seguros le das evasivas y no tomas su llamada y mucho menos le das un tiempo para recibirlo y escucharlo, total, vida tienes mucha por delante, en este momento no tienes obligaciones con nadie ni motivos por los cuales preocuparte (según el joven).

Volvamos al año 2017, hoy has vivido por innumerables experiencias económicas buenas y muy buenas y malas y muy malas, ¿Si tuvieras la oportunidad de comunicarte con tu YO del pasado y darle un consejo sobre aceptar esa tarjeta de crédito o contratar ese plan de ahorro que te ofrecían, qué le dirías? ¿De qué manera piensas que los jóvenes deben de empezar con su experiencia financiera cuando ya tienen sus propios ingresos?

Desde siempre quienes llevan la delantera para incursionar en la vida de nuestros jóvenes son las instituciones de crédito y como no hacerles caso si vemos en los anuncios comerciales que con una tarjeta de crédito podemos tenerlo todo desde ropa, viajes, servicios etc. ¿Y que me dicen sobre lo “cool” que es tener el auto de moda y pasear con los amigos?

Sin embargo, hay un enorme valor en el aprendizaje financiero sobre el ahorro, ya sea para lograr metas a corto, mediano y largo plazo y sobre todo en la educación sobre cómo ahorrar y saber gastar nuestro dinero y es precisamente esto lo que a muchos de nosotros nos pasó de noche cuando fuimos jóvenes y las instituciones de crédito nos han tupido de golpes con el pago de intereses que no han dejado peor que a un boxeador en un doceavo round.

Y esto mismo les puede pasar a nuestros jóvenes hoy en día si no hacemos un mínimo esfuerzo para darles educación financiera.

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